Tácticas para combatir al capitalismo

ENTREVISTA A RAJ PATEL  – Autor de  «$0, CUANDO NADA VALE NADA»
El escritor, activista y académico británico fue asesor del Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional, pero empezó a denunciar
los tejes y manejes que vio. En su nuevo libro asegura que la sociedad
de mercado es insostenible y que destroza al medio ambiente.
 
 Por Facundo García
“Hoy la gente conoce el precio de todo, pero no sabe el valor de
nada.” El británico Raj Patel se inspiró en esa frase de Oscar Wilde
para escribir $0, cuando nada vale nada, una encendida deconstrucción
de prejuicios que han pasado a considerarse el orden natural de la
existencia.

En sus ensayos, el autor trabaja con premisas que deben
estar provocando palpitaciones entre los profesores que tuvo en las
universidades de Oxford, Cornell y la Escuela de Economía de Londres.
Pero a Patel le interesan cosas más importantes que la salud cardíaca
de esos popes.

Para él, la “sociedad de mercado” no se limita a
administrar los bienes: el capitalismo, en su afán por ponerle un
precio a todo, se ha convertido en una peste que impregna cada
actividad en la que se involucran los humanos. Nada menos. “Este
sistema no es sostenible.

En principio, porque está haciendo pedazos
el medio ambiente”, arremete, y en esa primera frase uno entiende que
la época en que Patel asesoraba al Banco Mundial, el Fondo Monetario
Internacional y la Organización Mundial del Comercio ha quedado lo
suficientemente lejos como para que se haya acostumbrado a hablar sin
eufemismos.

–En su libro, usted propone formas de organización social
alternativas. ¿Cree que es sensato hablar de la abolición de la
“empresa capitalista”?

–La innovación, el espíritu emprendedor y el ingenio permanecerán, eso
delo por descontado. Lo que ocurre es que reclamarle al capitalismo
que respete algunos límites –como el equilibrio ecológico– es, en
realidad, pedir su abolición. De no entenderlo así estaremos
defendiendo, en el fondo, el remate del equilibrio ambiental y la
persistencia de la injusticia. Por otro lado, ya hay otras formas de
hacer funcionar la economía y la sociedad.

–¿Pero son sostenibles? ¿Qué es lo que hace falta para que se dé
vuelta la torta definitivamente?

–Dediqué los últimos seis meses a recopilar varias de estas opciones,
y una de las certezas que encontré consiste en que ha llegado la hora
de que los países ricos asuman sin tapujos que tienen una deuda enorme
con los países pobres. No soy ingenuo, ya sé que eso requerirá un
descomunal cambio político. Sin embargo, como persona que se interesa
por la historia, también soy consciente de lo rápido que pueden
ocurrir las transformaciones y de cuán velozmente nos adaptamos a lo
nuevo.

La obra de Patel se paseó por las listas de “los más vendidos” del New
York Times, empujada por los elogios de la investigadora (y paradójica
trademark) Naomi Klein. Eso es índice de que en alguna zona de la
opinión pública hay piezas moviéndose. Pero, ¿quién podrá combatir con
éxito el coma cerebral que se promociona desde la tele y los carteles
publicitarios? No queda otra que confiar en la lucidez de pensamiento
y la política. Por eso, ante la certeza de que hay sociedades que se
encaminan hacia la catástrofe, Patel compara el ánimo reinante con “la
ceguera de Antón”, un extraño síndrome que se caracteriza por hacer
que a pesar de haber perdido la vista los pacientes insistan en que
pueden ver. Más o menos como aquel director de cine que encarnaba
Woody Allen en Hollywood Ending (2002).

Pero sin comedia. “Como metáfora, la ceguera de Antón es útil para ver por qué es tan
difícil comprender la economía actual. Vivimos atrapados en una
cultura que insiste en que la forma más adecuada de ver el universo es
a través de un mercado salvaje, declarando que, mediante el ejercicio
ilimitado de la oferta y la demanda, podemos hacer del mundo un lugar
mejor. Esto no es sólo delirante, sino que distorsiona la mirada que
tenemos sobre el resto del planeta”, señala el analista.

La sociedad de mercado, en consecuencia, sería un fenómeno que excede el
intercambio de bienes “convencionales” e incluye todo un entramado
simbólico que “lo mantiene y ahonda hasta el absurdo”. Una lógica
perfectamente expresada en un chiste que cita Patel:

–Pregunta: ¿Cuántos economistas de la Escuela de Chicago hacen falta
para cambiar una bombilla?

–Respuesta: ninguno. Si hubiera que cambiar la bombilla, el mercado ya
lo habría hecho.
$0, cuando nada vale nada recorre un amplio espectro temático. Va de
la construcción de la subjetividad al estudio de las corporaciones,
pasando por los secretos del capital financiero y las lecciones que se
pueden extraer de las comunidades de software libre. Siempre con humor
y lenguaje llano. Y siempre bajo una especie de código de honor, que
consiste en no enfermarle la cabeza al lector si no se le van a
proponer soluciones que lo encaminen a recuperar el derecho a definir
qué es lo que realmente cuenta para su vida.

–Su libro sugiere varios cambios. Sin embargo, no se mete con el
problema de la “violencia defensiva” de grupos que están proponiendo
alternativas al mercado, como Vía Campesina, El Movimiento Sin Tierra
de Brasil y el Ejército Zapatista de México, por citar algunos. ¿No
cree que el tema completaría el panorama?

–El capitalismo internacional es en sí mismo muy violento. No sólo a
través del uso directo de la fuerza para mantener el actual régimen de
propiedad, sino también por la violencia psicológica y sistémica a la
que nos ata. Por eso no es una sorpresa que Vía Campesina sostenga que
parte de su lucha es contra “todas las formas de agresión contra la
mujer”. Volviendo a la pregunta, sugiero que la acción directa es una
de las tácticas que pueden incluirse en una estrategia de mayor
alcance para combatir al capitalismo. No es, por cierto, una idea
terriblemente radical. El ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore
ha hecho un llamado similar invitando a defender la naturaleza.
Entonces, ¿estoy abogando por la violencia contra la propiedad
privada? Cuando se lleva a cabo con un sentido profundo,
definitivamente sí. El MST (Movimiento sin Tierra), por ejemplo,
ofrece una brillante demostración de cómo puede hacerse eso.

–O sea que autodefensa y acción directa son herramientas que no
deberían dejarse de lado.

–Deberíamos empezar a pensar en ese abanico de opciones que están
disponibles para mantener y proteger nuestros logros, y recopilar
otras novedosas para la defensa de nuestras victorias. Mucho más
interesante que las tácticas en sí son los procesos de organización
que las preceden. Pero cuidado: en el instante en que uno elige la
violencia contra otros seres humanos, está abriendo las puertas a
algunos lugares muy sombríos, de los que nadie sale inerme.

–¿Y qué tal le va a América latina en su diagnóstico global?

–América latina está pasando por un momento político increíble y, por
lo tanto, no libre de riesgos. La pérdida de la hegemonía
estadounidense y la emergencia de Brasil coinciden con el avance
indígena y los sectores más postergados. Los presidentes de Bolivia y
Venezuela deben su éxito, en buena parte, a estos fenómenos; y la
reciente Conferencia Mundial de los Pueblos y la Madre Tierra que se
hizo en Cochabamba reveló las posibilidades y peligros que enfrentan
los movimientos sociales que están siendo ayudados por el Estado. Al
mismo tiempo, si uno mira un poco más al norte se da cuenta de que la
gente raramente sabe quién es Evo. Indagué sobre él, en parte, porque
confío en que conociéndolo mejor podamos expandir nuestra imaginación
política.
 
Texto gentileza de Gustavo Battistoni y la lista Reconquista Popular

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